Tiempo atrás en Venezuela, tuve el gran gusto de compartir con el Dr. Juan Carlos Sánchez, en un ciclo de conferencias que se realizó en varias ciudades del país sobre Cambio Climático, como iniciativa de la Sub-Comisión Parlamentaria sobre Cambio Climático de manos de la asambleísta María Gabriela Hernández. El Dr. Juan Carlos Sánchez posee una muy amplia trayectoria respecto al estudio del Cambio Climático y la divulgación del mismo, es Ingeniero Industrial y Doctor en Ciencias Ambientales del Instituto Nacional de Ciencias Aplicadas de Francia, con más de 35 años de experiencia profesional de los cuales trabajó durante 22 años en proyectos ambientales en la industria petrolera y petroquímica de Venezuela, fue asesor técnico de las Delegaciones Venezolanas que participaron en las Negociaciones de la Convención de Cambios Climáticos y del Protocolo de Kioto de Naciones Unidas entre 1989 y 2001 y es Co-ganador del Premio Nobel de la Paz 2007 por su contribución a los trabajos de mitigación del cambio climático en el Panel de Expertos de Naciones Unidas.

El Dr. Juan Carlos Sánchez fue co-ganador del Premio Nobel de la Paz en el año 2007.

Actualmente, en medio de la pandemia que representa el COVID-19 y que domina la necesidad informativa global, han surgido muchas voces que plantean los efectos positivos sobre el ambiente de las cuarentenas que muchos Estados han impuesto, pero que sin duda tendrán impactos económicos que aún es complicado poder determinar, realicé esta entrevista a este experto acerca del Cambio Climático y algunos temas relacionados al mismo. A continuación, les comparto las interrogantes planteadas al Dr. Sánchez y sus repuestas:

¿Tiene alguna relación el Cambio Climático con la reaparición de enfermedades que habían sido superadas y la generación de epidemias?

El cambio climático guarda una estrecha relación con los problemas de salud. El Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la ONU, en su tercer informe de evaluación, del 2001, afirmó que «El cambio climático puede afectar a la salud de manera directa, como consecuencia de temperaturas demasiado altas o bajas, pérdida de vidas y lesiones ocasionadas  por inundaciones y tormentas, e indirecta, por la alteración de la propagación del alcance de los vectores de enfermedades, como los mosquitos, y de los agentes patógenos transmitidos por el agua, así como por el deterioro de la calidad del agua, la calidad del aire, y la calidad y disponibilidad de los alimentos. El impacto real en la salud dependerá mucho de las condiciones ambientales locales y las circunstancias socioeconómicas, así como de las diversas condiciones sociales, institucionales, tecnológicas y del comportamiento orientado a reducir las amenazas para la salud.»

El cambio del clima, sin duda, influye en las epidemias al crear las condiciones para la difusión y proliferación de vectores y patógenos en localidades donde estos antes no existían. Sin embargo, este no es el único factor que incide en la aparición de las epidemias.  A la vez que estamos alterando el clima también estamos invadiendo los bosques tropicales y otros ecosistemas que albergan numerosas especies animales y vegetales, capaces de albergar muchos virus desconocidos. Cortamos los árboles, matamos a los animales salvajes o los enviamos a los mercados para su consumo, degradamos los ecosistemas y eliminamos los huéspedes naturales de los virus. Cuando esto sucede, los virus tienden a buscar otros huéspedes, y probablemente esos huéspedes seamos nosotros.

El COVID-19 Se detectó por primera vez en la ciudad china de Wuhan (provincia de Hubei, China) en diciembre de 2019.

¿Es real el impacto en el ambiente de la cuarentena que en muchas partes del mundo se está ejerciendo?

La cuarentena ha obligado a detener numerosas actividades industriales generadoras de gases de efecto invernadero y gases contaminantes del aire, el beneficio ambiental de esta parálisis se ha observado y documentado en China y en Europa. Probablemente se observe esta misma tendencia en Norteamérica en las próximas semanas. La observación inmediata de muchos de estos gases en la atmósfera ha sido posible gracias al desarrollo de equipos de detección y medición instalados en satélites. También se ha producido una reducción de los gases emitidos por el sector transporte, aunque la contribución de este sector al problema del cambio climático es comparativamente inferior cuando se le contrasta con las emisiones industriales.

Sin embargo, este es un beneficio ambiental coyuntural, momentáneo, porque una vez que pase la pandemia y se retomen las actividades industriales y de transporte, los niveles de contaminación y de dióxido de carbono equivalente en la atmósfera volverán a sus valores previos. Lo que no resulta fácil de anticipar es cuando se alcanzarán esos valores de nuevo, porque además del fin de la pandemia se requerirá salir de la recesión económica resultante, lo cual no ocurrirá de inmediato. Me gustaría que la experiencia del COVID-19 indujese algunos cambios sociales, que la pandemia nos induzca a reducir las costumbres de viajar en avión, a preferir el consumo de bienes locales, que muchas de las empresas extranjeras localizadas en China retornen a sus países de origen, que haya más teletrabajo y educación a distancia, menos turismo internacional, todo lo cual, en su conjunto, reduciría las emisiones de gases, pero todo esto está por verse.

¿Quiénes son más sensibles al cambio climático?

Todo el mundo se verá afectado de alguna manera por el cambio climático, pero algunas personas van a ser más impactadas que otras. En algunos casos, es porque viven en áreas más vulnerables o más expuestas a las consecuencias del cambio climático, bien sea porque viven en una zona inundable, en un terreno inestable o donde es más probable que se desate un incendio forestal. En otros casos, es porque las personas tienen menos acceso a los recursos que les ayudarían a recuperarse de tales eventos. Las comunidades más pobres sufrirán las peores consecuencias. En tal sentido el cambio climático es un problema muy injusto porque en general, esas comunidades son las que menos gases de efecto invernadero emiten.

A principios del 2020 se reportaron severas inundaciones en Brasil, Egipto, España, Italia e Indonesia.

¿Qué tienen que hacer los Estados para reducir el impacto no solo sobre el cambio climático sino en general sobre las actividades industriales que degradan al ambiente?

La respuesta a esa pregunta podría ser muy extensa, pero trataré de formular una respuesta breve a riesgo de simplificar indebidamente el problema. Debemos reconocer, de entrada, que el cambio climático es un problema de todos no solo de los Estados, todos participamos en la emisión de gases de efecto invernadero, y esto es distinto de la degradación ambiental ocasionada por las industrias, que si tiene un responsable bien definido y que debe apegarse a las leyes ambientales establecidas para poder realizar sus actividades. Si no las cumplen o si estas son insuficientes le corresponde al Estado actuar y aplicar correctivos.

Con respecto al cambio climático, los Estados deberían actuar con la misma determinación con que lo están haciendo contra la pandemia COVID-19, pero no lo hacen, y ello obedece a que solo actúan ante la inminencia del riesgo y no ante su magnitud. Si bien el cambio climático no se manifiesta con tanta celeridad como la pandemia, su magnitud seguramente será mayor.

Creo que podemos aprender de la experiencia que nos está dejando la pandemia, porque de la misma forma en que ésta será controlada, que es con una combinación de desarrollo tecnológico (vacuna y mejores sistemas de salud) y cambio del comportamiento de las personas (lavarse bien las manos, distanciamiento social, confinamiento en casa), el cambio climático también puede enfrentarse con una combinación de cambio tecnológico (energías renovables, reciclaje de residuos, edificios verdes, etc.) y de comportamiento (producción y consumo de bienes en cantidades racionales, eliminación de lo superfluo, ahorro de energía, uso más frecuente del transporte público, reducir los viajes a lugares remotos, etc.)

Respecto a los objetivos para el desarrollo sostenible, ¿qué tan lejos estamos de cumplir con al menos uno de ellos?

La crisis actual es la de un mundo desestabilizado, y las causas fundamentales de esta crisis son dos: la degradación de los ecosistemas y el mal estado de los sistemas de salud. Esas dos razones hacen que seamos muy vulnerables, pero el trasfondo es que tenemos una situación de insostenibilidad. Venimos hablando de desarrollo sostenible desde 1987, es decir, desde hace más de 30 años, y todavía no vemos un avance significativo en esa dirección. Las dos razones que mencioné como causantes de la desestabilización actual reflejan lo mal que estamos en los aspectos ambientales y sociales. Ello debería conducir a una reflexión acerca del modelo de desarrollo prevaleciente que procura un crecimiento económico ilimitado, fundamentado en el productivismo y el consumismo, que no termina de resolver lo social y degrada el ambiente. Sería entonces el momento de pensar e intentar un modelo que produzca solo lo necesario para consumir racionalmente lo indispensable, y así moderar las consecuencias sobre el ambiente. Si el mundo se estuviera desarrollando de manera sostenible, probablemente no hubiera ocurrido la pandemia.

En cuanto a los indicadores, uno de los más importantes es el de la pobreza, que se ha estado reduciendo en las últimas dos décadas según las estadísticas del Banco Mundial y de la Universidad de Oxford. Actualmente 8,6% de la población mundial vive en la pobreza extrema, es decir viven con menos de 1,9 US$ al día, contra 36% en 1999. Sin embargo, la meta de eliminar la pobreza en 2030 no se va a cumplir. Se había estimado que para esa fecha todavía entre 5 y 6% de la población mundial seguiría en pobreza extrema, pero desafortunadamente este estimado tampoco se va a lograr debido a la pandemia del COVID-19 por la recesión económica mundial que está ocasionando. Los países se han visto obligados a invertir enormes sumas de dinero para dotar a sus hospitales y para tratar de proteger algunos de los sectores de la economía, y la mayoría de los países están muy endeudados. Buena parte de esas deudas no podrán ser pagadas, así que se cerrarán comercios y fábricas, se perderán muchos empleos, en consecuencia, inevitablemente va a aumentar el número de pobres, esfumándose así los esfuerzos realizados en los últimos años para reducir la pobreza.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible fueron concertados por la ONU en 2015 como parte de la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible.

¿Sigue activo el Panel Intergubernamental del Cambio Climático? ¿Se han manifestado respecto a la pandemia y qué trabajos están realizando actualmente?

Efectivamente, el Panel sigue activo. Este Panel, cuyo objetivo es proporcionar a los países información científica que puedan utilizar para desarrollar políticas climáticas, y aportar información clave para las negociaciones internacionales sobre el cambio climático, se encuentra en este momento trabajando en la elaboración del sexto informe de evaluación del clima.

Los últimos tres informes especiales elaborados por el Panel en 2018 y 2019, que abordaron los temas del calentamiento global hasta 1,5 °C, el cambio climático en tierra y el cambio climático en el océano y la criosfera, ofrecieron a los gobiernos de los países una información detallada acerca de las graves consecuencias del problema y cómo afrontarlas. Se esperaba que los países, en conocimiento de la gravedad de la situación, reforzaran sus compromisos bajo el Acuerdo Internacional de París, durante la COP 25 celebrada en diciembre pasado en Madrid, pero ello no ocurrió. Las razones fueron múltiples: por una parte, el trabajo preparatorio previo de los países en Naciones Unidas para esta COP fue insuficiente, se hizo muy poco lobby diplomático previo debido quizás a los cambios de sede imprevistos, y hubo poca o ninguna voluntad política de parte de algunos gobiernos.

En el presente año entra en vigor el Acuerdo de París, y los países deberán comenzar a cumplir con sus contribuciones y compromisos asumidos, sin embargo, la pandemia ha obligado a posponer las reuniones internacionales que estaban previstas, tanto la COP26 contemplada en Glasgow para finales del presenta año, como las reuniones del Panel para avanzar el 6to informe. En síntesis, la pandemia retrasará la coordinación de los esfuerzos para luchar contra el cambio climático, y probablemente la recesión económica resultante reducirá los recursos destinados para tal fin, lo cual incidirá en las actividades del Panel, pero es aún muy temprano para determinar en qué medida.

*Para quienes quieran conocer más de las actividades e investigaciones del Dr. Juan Carlos Sánchez pueden visitar su web: http://verdelatierra.com/