6 diciembre 2023

La Transferencia de Riesgos

La transferencia de riesgos es una manera de delegar la responsabilidad sobre la reducción de riesgos, su eliminación o el peso económico de las potenciales pérdidas en un tercero, el cual a diferencia del sujeto expuesto está en condiciones y disposición de asumir los riesgos y su implicación monetaria.

La transferencia del riesgo pese a ser una de las estrategias más sólidas y robustas en gestión de riesgo actualmente, es una de las menos difundidas y aprovechadas. Esta transferencia puede realizarse mediante diversos instrumentos como fondos especiales, derivados financieros, garantías, pólizas de seguros o micro-seguros o políticas públicas, entre muchos otros.

La gestión de riesgos cuenta con muchas herramientas con distintos enfoques cuya premisa es la reducción o prevención de efectos adversos sobre la sociedad.

En el caso de los inmuebles, sus propietarios podrían transferir el riesgo ante daños por eventos inesperados como sismos, inundaciones, incendios, huracanes o incluso robos, lamentablemente, estas situaciones no son consideradas comúnmente por los dueños como riesgos tangibles y por ello al materializarse el efecto es mucho más severo.

Eventos como el paso del Huracán Ida por Luisiana (categoría IV) en el año 2021 producen anualmente cuantiosas pérdidas económicas y materiales en la población vulnerable. (Foto: Reuters).

Por el contrario, Los bancos protegen cada inversión que realizan pequeña o grande, porque estas instituciones aplican transversalmente y con prioridad sobre todo la gestión de los riesgos financieros, principalmente mediante la transferencia de estos.

Las directrices que pueden guiar la implementación de la transferencia de riesgos forman parte de la norma ISO 31000:2018 “Gestión del riesgo. Directrices”, el cual aplica para cualquier organización que tenga como intención el contemplar el riesgo como elemento generador de valor. A diferencia de otras normativas ISO, la 31000 no es un sistema de gestión, por lo que no es certificable.

Cuando el riesgo es asumido directamente por el afectado las posibilidades de recuperarse pueden no depender de él, o requerir de asistencia condicionada o limitada de un tercero, normalmente alguna institución del estado, por lo que los efectos del desastre pueden perdurar por mucho tiempo o ser irreversibles.

Por tanto, transferir el riesgo y, sobre todo, hacerlo en una región con una fenomenología de procesos naturales tan intensa como Latinoamérica, con tantos desafíos en materia socio-económica más que una recomendación debería ser una prioridad que cada proyecto de inversión, emprendimiento, cada núcleo familiar e incluso las propias instituciones gubernamentales podrían contemplar luego de un simple análisis costo-beneficios que les permita definir cuáles riesgos pueden ser retenidos y cuáles deben ser transferidos.

Los seguros contra pérdidas materiales son una forma bastante práctica para proteger la inversión sobre la propiedad privada.

Asegurar el techo bajo el que vivimos, el auto en el que nos transportamos, y nuestra propia integridad física puede evitar o reducir muchas complicaciones en el futuro, además, sería un paso adelante en favor de la protección planificada que mitigue el tradicional asistencialismo no sostenible con el que reaccionan los gobiernos ante los desastres, y que a nivel empresarial se materializa en la capacidad de dar continuidad a las actividades económicas.

Lecciones aprendidas sobre desastres en obras subterráneas

El pasado mes de octubre (2019) se realizó en la ciudad de Lima el VIII Congreso Latinoamericano de obras subterráneas, en el cual Sobreriesgos presentó la conferencia “Lecciones aprendidas sobre desastres en obras subterráneas”, la cual versó sobre los aspectos ligados a la ocurrencia de eventos adversos suscitados en proyectos con túneles, tanto en su etapa constructiva como son los casos del Hawk´s Nest tunnel project (EEUU, 1936) y el colapso del túnel auxiliar de Hidroituango (Colombia, 2018-2019), como en la operación, exponiendo los incendios del túnel de Mont Blanc (Francia, 1999) y el túnel de Kaprun (Austria, 2000), y el colapso de las minas en Pasta de Conchos (México, 2006).

Los aspectos señalados en la conferencia definen que para que un desastre se produzca se tendrán factores condicionantes y determinantes que establecerán la susceptibilidad de la obra, y que al momento de introducir un factor detonante materializaría al desastre; la identificación oportuna de estos tres tipos de factores y del que gobierne a los demás, permitirá incidir sobre él formulando acciones para su mitigación o control, las cuales van desde un rediseño de un elemento o de todo el proyecto, la prevención a través de la instalación de sistemas de monitoreo e incluso un plan de capacitación dirigido a los trabajadores.

Los túneles son proyectos complejos que requieren de una adecuada caracterización y de controles para asegurar su estabilidad, además deben contar con la instrumentación y protocolos para que funcione adecuadamente durante su puesta en operación, sin embargo, la gestión de riesgos es un aspecto que poco se incluye dentro de la planificación constructiva u operativa de las obras subterráneas, teniendo que las fallas más comunes están relacionadas a la ocurrencia de procesos ambientales no conocidos o extraordinarios, fallas estructurales y fallas funcionales.

Desarrollo de la conferencia presentada por Sobreriesgos en el VIII Congreso Latinoamericano de Obras Subterráneas

Las labores asociadas a la excavación de los túneles en el caso de los mineros y los hidroeléctricos, la interacción de los procesos naturales, las actividades antrópicas y el funcionamiento del equipamiento tecnológico en los viales, pueden constituir variables a menudo no consideradas que pueden comprometer la integridad tanto del túnel en sí como de quiénes los utilizan o trabajan en ellos, lo cual también puede incidir en el ambiente como en la inversión financiera que representa la obra construida, la obra por ejecutar o las reparaciones que sean necesarias.

Acciones para la reducción del riesgo de desastres en obras subterráneas, parte de la conferencia presentada por Sobreriesgos

Vale destacar la relevancia regional que eventos como el Congreso Latinoamericano de Obras Subterráneas, en este caso su VIII edición, contribuyen a elevar la práctica profesional en una rama de tantos desafíos como la ingeniería de túneles, siendo el espacio donde investigadores y constructores comparten sus experiencias y el resultado de sus trabajos, lo que lleva a la ingeniería a asumir nuevos desafíos, la próxima cita de este importantísimo evento será en el mes de diciembre de 2020.

Para concluir es importante señalar que no deben escatimarse recursos destinados a realizar estudios prospectivos y complementarios que permitan reducir la incertidumbre de los proyectos subterráneos, porque es más rentable prevenir un evento adverso que corregirlo, aprendamos de los desastres, ¡para no tener que reconstruirlos!

 

*Si desea obtener la presentación de esta conferencia solicítela por este medio.

Reflexiones sobre los incendios forestales en el Amazonas central

Escribir sobre los grandes y recientes incendios forestales en el amazonas central entre Bolivia y Brasil, requería de un tiempo prudente para considerar el efecto complejo de un desastre de tan gran magnitud, el cual no se limita a la inmensa combustión de biomasa y los consecuentes incrementos de gases contaminantes en la atmósfera, sino que se proyecta en la irremediable pérdida de recursos compartidos y el beneficio que los mismos aportaban a todo el planeta.

Si algo ha dejado en claro el manejo del desastre representado por los incendios en la amazonia central es la prevalencia del carácter reactivo sobre el preventivo en la implementación de acciones de respuesta; de una respuesta sub-dimensionada y armada prácticamente de voluntad espontánea pero sin herramientas ni coordinación; de la irresponsable toma de decisiones divorciada de un análisis de los impactos ambientales de las intervenciones sobre áreas sensibles; del mantenimiento de prácticas insostenibles y totalmente nocivas  como el chaqueo* por parte de sectores de la comunidad,  que son justificadas por ser parte de un “acervo cultural ancestral”; de la falta de compromiso de los estados en asumir acciones correctivas necesarias que implican altos costos políticos; y mientras todo lo descrito se desarrolla, la selva amazónica arde.

Un singular aspecto presente en tragedias como las referidas, es la abrumadora insensibilidad pública, que ve en estos hechos sucesos aislados, ajenos a su interés y al espacio físico en el que hacen su vida, que incluso, dan pie a un ánimo “odiador” ante quien compartía información sobre los incendios ante la falta de cobertura mediática necesaria para una mayor presión ante los tomadores de decisiones. Tal vez el incremento de dióxido de carbono en el aire no solo degrada la calidad de esta mezcla de gases necesaria para la vida, sino que intoxica la racionalidad de la opinión pública.

El registro de la ocurrencia de incendios forestales en el amazonas central en la región amazónica compartida entre Bolivia y Brasil sobrepasa los 80.000, la cifra de hectáreas consumidas por el fuego aumenta a diario, el número de especies vegetales y animales que han perecido solo puede estimarse en aproximaciones que seguramente se quedan cortas, en lo que ha sido el más duro golpe a la biodiversidad sudamericana y el mayor agente intensificador de los procesos de degradación ambiental regional.

Nuestras selvas no solo son nuestros almacenes de carbono, también son la fuente de recursos que administrados racionalmente permiten mejorar la calidad de vida no solo del hombre, sino de millones de especies que cohabitan en las regiones perimetrales a las mismas, es un daño tan desproporcionado el que ha ocurrido que difícilmente podríamos ponerle un precio, pero que sin duda, todas las generaciones (aun las no nacidas) tendrán que pagar. Tal vez entre las especies desconocidas de la selva existió aquella planta con propiedades curativas que hasta podría vencer al cáncer u otras enfermedades, o especies endémicas que desaparecieron sin siquiera haber conocidas, pero difícilmente podremos saberlo ya.

Incendios forestales en la región amazónica central vistos desde el espacio. Foto: NASA-EOSDIS.

Nos queda entender, que el fuego inició por la mezcla de muchos de los actores descritos líneas arriba, y entender, que estos mismos actores siguen presentes en la cotidianidad, que si deseamos evitar desastres como el ocurrido, necesariamente debemos implementar acciones que ya de por sí son tardías, pero siguen siendo requeridas, porque parte del problema fue la respuesta demorada de en quienes se delegó la responsabilidad de administración y defensa territorial, pues no es igual combatir una llama incipiente en su inicio, que un insaciable monstruo de fuego como el que ha devastado la selva chiquitana.

Incendio en el amazonas central brasileño. Foto: Ricardo Moraes, Reuters.

La última reflexión que consideramos importante compartir es: que debe asimilarse que la gestión de riesgos es parte de la gestión ambiental, y esta lo es de la gestión política, siendo esta última la que define el modelo de desarrollo que las naciones y sus pueblos se fijan seguir, lo que implica que a muchos niveles se comparte la responsabilidad sobre la construcción de desastres como el incendio amazónico, incendio tan preocupante como los ocurridos en otras latitudes, y que en este caso, como en otros, pudo evitarse, porque si un desastre es evitable sobre muchos son justamente los incendios forestales, pues la mayoría de ellos, son provocados.

 

*El chaqueo o quema de pastizales son prácticas ancestrales y tradicionales en el territorio boliviano que reciben otras denominaciones en el resto de Latinoamérica, cuyo objeto es el avance de la frontera agrícola.

Seguridad Estructural ante desastres en líneas vitales sanitarias

En el mes de octubre SOBRERIESGOS participó en el “I Foro Internacional Optimización de la Gestión de la Infraestructura de Saneamiento Básico – Riesgos de Desastres Urbanos”, el cual fue realizado en la ciudad de La Paz (Bolivia), presentando la conferencia Aspectos de Seguridad Estructural ante desastres en líneas vitales sanitarias, este evento fue organizado por la Escuela Militar de Ingeniería, JICA y el Grupo de Gestión de Riesgos de FELACBEJA.

Cartel del evento.

La Seguridad Estructural

La seguridad estructural se refiere a una serie condiciones que deben cumplir los edificios para considerar que las actividades para los que fueron diseñados pueden realizarse de forma segura, condiciones que aplican tanto para el uso previsto del edificio como para su periodo de construcción.

Su objetivo es prevenir el desastre secundario debido al daño de edificios en las zonas afectadas. Esto implica, que las edificaciones puedan dañarse sin llegar a poner en riesgo a sus ocupantes o a personas que se encuentren cerca de ellos, de la misma forma que funcionan los sistemas de absorción de energía por impactos en los vehículos, con estructuras de deformación programadas que reducen la energía que recibe el ocupante; de esta forma, se deben diseñar las edificaciones para que puedan aislarse del medio que transmite la energía que produce las deformaciones y los subsiguientes daños o para que se reduzca el efecto de esa energía disipando la mayor parte de la misma.

Lo anterior es esencialmente el propósito del diseño sismorresistente, que en el caso de los componentes de una línea vital sanitaria (instalaciones hospitalarias y asistenciales), es fundamental, pues los mismos, así como lo hacen los órganos vitales en el cuerpo humano, desempeñan funciones que no deben verse comprometidas bajo ninguna circunstancia. El colapso de una edificación debido a daños muy severos, se cataloga como parte de los efectos co-sísmicos de orden estructural esperados en instalaciones que no han sido diseñadas de manera sismorresistente o adecuadas para tal fin.

Desastres como los producidos luego de la ocurrencia de los sismos de Haití (2010) y Ecuador (2016), dejaron en evidencia las falencias de edificaciones hospitalarias respecto a la seguridad estructural, con consecuencias muy graves que dificultaron la provisión de la asistencia humanitaria a los afectados en estos eventos.

Hospital Turgeau (Haití), luego del terremoto del 12 de enero de 2010.

Esto deja claro que es necesaria una revisión y evaluación oportuna de las edificaciones existentes, en especial de  aquellas que constituyen las líneas vitales. Esto tendrá mejores resultados si se articula desde el nivel municipal hasta el nivel nacional, como una estrategia para la gestión de riesgos de desastres enmarcada en la prevención, en la que los profesionales del área estructural y patológica cumplen un rol protagónico.

Título de la conferencia impartida por SOBRERIESGOS.

Los lineamientos expuestos en el evento reseñado al inicio del texto acerca de la implementación de un programa de seguridad estructural se centran en 5 acciones generales:

1. Valoración de la seguridad estructural y la vulnerabilidad en la línea vital sanitaria.
2. Intervención de la vulnerabilidad en los establecimientos existentes (reversión de la vulnerabilidad y gestión correctiva del riesgo).
3. Planificación y optimización de las normativas para el desarrollo de nuevos proyectos (gestión prospectiva del riesgo).
4. Fortalecimiento de los preparativos para emergencias y desastres.
5. Seguimiento, monitoreo, revisión y mejoramiento.

Promover el mejoramiento de la seguridad estructural a todo nivel, en todo tipo de edificaciones, sobre todo en aquellas que forman parte de las líneas vitales urbanas es primordial para enfrentar escenarios de desastres y reducir la posibilidad de que estos se materialicen.

La Prevención Sísmica: Responsabilidad Compartida para evitar Desastres.

En tiempo reciente, sismos de diversas magnitudes se han generado en toda Latinoamérica, de los cuales muchos han sido solo perceptibles por equipos sismo-métricos, otros porque han ocasionado daños severos en regiones de países como Ecuador, México y Perú. Pese a esta realidad, la prevención sísmica sigue sin ocupar el lugar que requiere en la región como estrategia de reducción de riesgos de desastre sísmico.

Una frase muy conocida del escritor y periodista Mexicano Juan Villoro dice… «Los terremotos son los inspectores de la honestidad arquitectónica, hacen la auditoria que jamás hará el gobierno», deja en claro una realidad generalizada en la ingeniería urbana, pues son muchas las edificaciones que no fueron realizadas siguiendo especificaciones técnicas y colapsan al ocurrir los sismos.

Algunas edificaciones colapsan por ser de vieja data y no hacer sido acondicionadas a criterios de sismorresistencia actuales, por lo que no cumplen con las normativas vigentes en la materia; otras por ser producto de la auto-construcción (procesos informales de edificación en comunidades populares) así como por el empleo de materiales no regulados, y un último grupo de edificaciones que fallan por haber carecido de diseños óptimos y ser edificadas siguiendo métodos constructivos deficientes , lo cual las puede colocar en el mismo grupo de las primeras, teniendo como agravante en común, el hecho de la ocurrencia de omisiones involuntarias o muy voluntarias (la corrupción en un agente potenciador de desastres muchas veces ignorado) por parte de los entes competentes para fiscalizar overificar la situación de todas estas clases.

Otra muy pertinente  reflexión que aprendí del Dr. Ronald Torres (catedrático de la Universidad Central de Venezuela), señala que «existen dos tipos de estructuras: las que se diseñan y las que se caen», lo que nuevamente deja en claro que la problemática con la ocurrencia de los fenómenos sísmicos no radica en los eventos en sí, sino que se orienta más a la vulnerabilidad de nuestras edificaciones, aunado a otros tipos de vulnerabilidad, asociadas con el territorio, condiciones socio-económicas y políticas.

Acerca de la vulnerabilidad estructural, son muchos los centros de investigación que han realizado estudios sobre la interacción entre los medios roca-suelo-estructura y el desempeño de materiales (estudios reológicos, diseños sismorresistentes, etc.), además de estudios que se enfocan en la caracterización de la amenaza sísmica (microzonificación sísmica, levantamiento de registros históricos sísmicos), como de la conducta de la sociedad en diferentes momentos, asociados a la ocurrencia de sismos destructivos. Pero todos estos apuntan al mismo objetivo: prevenir la materialización de los desastres.

La prevención sísmica cuenta entonces con diferentes aristas, siendo que cada ciudadano, desde su área de conocimiento o de acción, puede aportar a desarrollar y fortalecer la prevención:

Por un lado los investigadores profundizando sus estudios y  difundiéndolos; los gremios y sociedades de ingenieros promoviendo la implementación de buenas prácticas, actualizando las normativas técnicas y exigencias constructivas; las universidades desarrollando programas de extensión para reeducar a los constructores populares; los educadores a todo nivel impartiendo la enseñanza sobre el entendimiento de los fenómenos sísmicos, el reconocimiento de las potencialidades y regulaciones naturales de los territorios, y practicas de autoprotección; y las instituciones del estado implementado políticas públicas orientadas a la prevención sísmica, consolidando a los organismos de respuesta a través del equipamiento y entrenamiento requerido para el despliegue adecuado en situaciones de emergencia, instruyendo la generación de planes de contingencia y mejoramiento de la seguridad de las líneas vitales, y de manera prioritaria, favoreciendo la constitución de mecanismos que contribuyan a la transparencia en la inspección y certificación de la seguridad estructural de edificaciones existentes y proyectos a desarrollar.

La prevención sísmica, al igual que la prevención en otras áreas, mientras más oportuna sea, resulta más eficaz, en la medida que permita instaurar conductas que hagan más consciente a la ciudadanía en la adopción de hábitos de autoprotección, dejando a un lado además a la informalidad urbanística la falta de planificación. Finalmente, es fundamental que el estado y la sociedad en estrecha cooperación, comprendan, que la inversión en la prevención, disminuye significativamente la posibilidad de ocurrencia de desastres, los cuales tienen un impacto económico contundente que constituyen obstáculos y conllevan al retroceso del desarrollo productivo territorial.

Realizado el Webinario: Registros Históricos en la Reducción del Riesgo de Desastres

En el mes de febrero llevamos a cabo el segundo seminario web dictado de forma gratuita a más de 60 participantes pertenecientes a 7 países. Este segundo webinario se tituló «Los registros históricos en la reducción del riesgo de desastres», obteniendo una muy buena receptividad de parte de quienes lo realizaron debido a la pertinencia y vigencia del tema a tratar. La transmisión de este webinario está disponible en el siguiente vínculo de nuestro canal de YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=RlYSsqw_eiY

Los registros históricos sobre desastres representan una compilación muy valiosa de información, que no solo permite reconstruir hechos vinculados a la ocurrencia de eventos adversos, sino que contribuyen a una más acertada y fundamentada toma de decisiones para la prospección y reducción de riesgos, repercutiendo tanto como fuente de consulta para los procesos de ordenamiento territorial, generación de políticas públicas, catastro y aseguramiento contra pérdidas, además de área de investigación histórica-social-económica.

La información existente en un registro histórico de desastres puede manejarse por medio de la estadística para realizar estudios multitemporales, evaluar los procesos de cambio en el desarrollo de las ciudades e incluso explicar procesos migratorios o hasta siniestralidad. Lo importante es que el registro describa de forma precisa el acontecimiento ocurrido, indique las fuentes informativas y pueda ubicarse espacial y geográficamente.Pueden construirse a escalas muy locales como regionales, abarcando períodos recientes hasta fuentes antiguas, pero tomando como principio la veracidad y ubicuidad de los datos utilizados.

En las publicaciones previas de nuestra página se presentó un trabajo sobre el Terremoto de Cúa (Venezuela) de 1878, elaborado a partir de la investigación y recopilación de datos asociados a la ocurrencia de este evento hacia finales del siglo XIX, para lo cual se emplearon registros históricos parroquiales y crónicas antiguas de esa población. (Artículo disponible en: http://www.sobreriesgos.com/sinopsis-del-terremoto-de-cua-de-1978/)

A mediados de la década de los 90’s se creó el proyecto DesInventar (https://www.desinventar.org/es/), el cual constituye un inventario de información sistemática sobre desastres cotidianos ocurridos de pequeño y mediano impacto en varias regiones del mundo.

Estimulamos desde nuestra plataforma a que estos registros se elaboren, partiendo del nivel comunitario, local, municipal, hasta contar con registros nacionales.

Citando al fallecido cantautor argentino Gustavo Cerati:

“Nuestro futuro depende de cómo entendemos el pasado”

Conferencias de Actualidad Académica en la Universidad Católica Boliviana San Pablo

El viernes 08 de diciembre a las 11:00 am, el Ingeniero venezolano Miguel Ángel Morales Collazos, participará en el ciclo de conferencias de actualidad académica que organiza la coordinación de la carrera Ingeniería Ambiental de la Universidad Católica Boliviana San Pablo en su sede de Cochabamba, con la exposición: «Incidencia del cambio climático en el riesgo de desastres».

Su presentación revisará la relación entre el cambio climático y la intensificación en magnitud y frecuencia de eventos climatológicos extremos potencialmente desastrosos, los principales impactos que ya se sufren por efecto del cambio climático y reflexiones acerca de los medios para la adaptación al mismo y la mitigación de los daños esperados.

El ingreso a esta jornada que se realizará en la sede de esta institución en Cochabamba ubicada en Muyurina es totalmente libre.

 

Desastres e Impactos Económicos

Entre las consecuencias de la ocurrencia de un desastre, están las cuantiosas pérdidas asociadas a los daños sufridos en vías, edificaciones, líneas de servicio, que dificultan tanto el despliegue de la asistencia humanitaria como la recuperación económica de la región afectada.

Las pérdidas que usualmente se expresan en millones de dólares, se estiman en las evaluaciones de impacto, sobre los daños directos y los efectos macroeconómicos sobre lo que se deja de percibir por la interrupción de las actividades económicas, más lo que representan los trabajos de reconstrucción, restitución y/o indemnización por los daños producidos (es más difícil estimar los efectos microeconómicos). “Un impacto macroeconómico es definido como las consecuencias de la destrucción estimada de infraestructuras y de los cambios en los flujos económicos causada por un desastre en el desarrollo general de una economía” (UNDP, 2012).

Muchos países, se recuperan luego de los desastres, por la baja frecuencia que regularmente tienen, y por haber destinado fondos especiales para situaciones de contingencia y promovido la transferencia de riesgos a través de seguros contra daños y pérdidas totales en inmuebles con lo que reducen los capitales que posteriormente deben conducir para la asistencia de la población.

Otros países no toman previsiones al respecto, y aquellos con economías frágiles o inestables, requieren de la asistencia internacional a través de fondos especiales para poder asistir tempranamente las necesidades de los afectados. Radica aquí la importancia de la inversión en políticas y acciones de prevención, continuamente desestimados sobre los recursos destinados a la respuesta (no dejan de ser importantes y también requieren de planificación). Otro tema corresponde a lo que se hace en ocasiones con los recursos que se perciben y destinan para la atención de los desastres, pues no son pocas las veces en que los mismos se han manejado sin transparencia, sin rendición de cuentas y de forma corrupta.

Debe entenderse las recesiones económicas, incluidas las producidas por los desastres, son fuertes limitaciones al desarrollo económico, lo cual podemos entender al ver como el PIB es afectado en el corto plazo. El dinero que no se invierte en construir ciudades más seguras resulta menor que el que se requiere para las labores de reconstrucción y recuperación de la normalidad de todas las actividades de la población luego de un desastre.

 

Para quien desee leer más al respecto, recomiendo la lectura de estos dos documentos:

http://www.bo.undp.org/content/dam/bolivia/docs/undp-bo-Impacto-macroeconomico.pdf

http://www.eird.org/estrategias/pdf/spa/doc2194/doc2194-contenido.pdf

 

El Efecto Amarillista de un Sismo

Miguel Angel Morales Collazos

Posiblemente el caso venezolano no sea el único en este tipo de fenómenos asociados a la sismicidad, pero ciertamente dentro de la conducta del venezolano, es más que común y esperable que luego de ocurrir un evento sísmico se retomen temas y opiniones más cíclicas que los movimientos telúricos, así como la reaparición de temores que por lapsos mayores permanecen dormidos y hasta en el olvido. Cuando hago referencia al amarillismo es porque a la par de las sacudidas producidas por la liberación energética desde el subsuelo, se propagan rumores que pudieran competir con la velocidad de las distintas ondas sísmicas, y son hoy día los medios digitales (entre ellos las redes sociales) los que hacen acuse y sirven de medida de dicho efecto, pudiera una familia vivir por décadas albergando fisuras o grietas en sus viviendas sin notarlas jamás, hasta que un temblor les hace examinar la casa y mágicamente cada daño, desperfecto y hasta descuido exhibido en los hogares ha sido producido por el citado tremor; por otro lado se presenta una marcada elevación en la demanda de charlas y conferencias sobre prevención sísmica, con información siempre útil y bienvenida, pero que prontamente experimenta una caída en su necesidad de ser consumida y cae en el desuso y el olvido, poco dura el temor (científicamente conocido como tremofobia) que manifiestan muchos ciudadanos a los latidos de la Tierra.

Organismos como las protecciones civiles, bomberos, ONG’s y principalmente el ente rector en el caso venezolano: la Fundación Venezolana de Investigaciones Sísmicas (FUNVISIS), promueven de forma mantenida el acceso a información importante y programas de capacitación al respecto, enfrentando a menudo obstáculos serios para que la información llegue a sus destinatarios, obstáculos básicamente sociales, y dentro de los mismos podrían contarse la inapetencia al conocimiento, la priorización de otros temas más presentes y urgentes en la cotidianidad, el desinterés de los entes políticos y si, el escaso por no decir nulo registro de víctimas fatales en el presente más inmediato de la historia venezolana, cosa curiosa al saber que el territorio venezolano corresponde a una región eminentemente sísmica, con sistemas de fallas cuaternarias activas, antecedentes no solo de sismos destructores sino también de tsunamis (no olvidemos por otro lado que son más constantes los daños y pérdidas derivados de las lluvias o de la ausencia de estas a los cuales la población no teme pero cada año padece, pero muchos organismos en la Protección Civil solo se enfocan en simulacros por eventos sísmicos), pero que por razones circunstanciales que solo la naturaleza conoce, no se han cobrado las víctimas que nuestras espectaculares condiciones de vulnerabilidad sirven sobre la mesa y por cosas de la vida, el venezolano ya no sabe por qué razón es que la expresión «Se acabó Cúa» (frase que se popularizó en la población del mismo nombre luego de su segunda destrucción a raíz de un sismo en 1878) existe, pero si recuerda el persistente chisme de la época de la visita de Humboltd a la capital venezolana de que el Ávila (cerro Waraira Repano ubicado en la ciudad de Caracas) es un volcán.
El amarillismo no es exclusivo de los medios de comunicación, pero si de ellos ha sido la voluntad de que se siga calificando como terremoto a un evento sísmico cuando se caen casas y hay muertos, y como temblor, cuando solo se trata de una sacudida leve; el amarillismo se materializa con los mensajes que saturan las herramientas comunicacionales que confunden y deforman los acontecimientos reales y verificables, pero también se materializa con la conducta casi histérica de muchos que solo recuerdan que las casas se pueden caer si es que un sismo fuerte se genera, pero es que se pueden caer no solo si eso pasa, porque como bien me enseñó mi tutor de postgrado el Ingeniero Ronald Torres (docente de la UCV) «hay dos tipos de estructuras, las que se diseñan, y las que se caen», y en un país donde la autoconstrucción ha sido la norma, y el respeto a las normas constructivas constituye una excepción a la regla, no hace falta un sismo para que las casas se caigan, pero pese a esto, muchas veces estas no se caen. Entonces tenemos que luego de un sismo como el ocurrido el día 30 de agosto de 2017, con sus correspondientes réplicas, la ciudadanía en un buen número se vuelca a demandar información a los entes pertinentes (varios nombrados líneas arriba) y llegan a saturar la solicitud y prontitud de sus servicios, sería muy positivo que esto no pasara solo luego de un sismo, y que la preocupación ante los efectos de la dinámica terrestre con los sistemas sociales no desapareciera y se olvidara tan pronto. Pueden imaginarse que pasará cuando el sismo no sea una advertencia y por las ya referidas condiciones de vulnerabilidad se constituya en la derivación de una catástrofe, que en las circunstancias actuales del país con escasez de insumos básicos (alimentos y medicamentos), con la precariedad en la dispensación de servicios de asistencia social, y con una agenda política tan atribulada y preocupada de temas bien ajenos al bienestar ciudadano, pueda magnificarse de manera exponencial, al igual que la energía de dichos sismos.
Es necesario pasemos del reactivismo al prevencionismo, de desarrollar más la previsión que la corrección, de estar más informados para no caer en amarillismos ni reacciones propias de una película apocalíptica, pero ojo, revisen la historia, los terremotos en la historia venezolana se han cobrado la vida de repúblicas (1ra república venezolana) y de malas presidencias, por ello, no es el sismo el problema, sino cómo nos encuentra parados.